RE-DIBUJAR EL NUEVO COOPERATIVISMO VENEZOLANO

Por: Thomas J. Pate Páez

Si sinceramos el espectro de actividades para las cuales se debe emplear la forma cooperativa, se mejora la función visorea y de contraloría de SUNACOOP, se sancionan a los que abusan de su forma y burlan los derechos laborales, y se reajustan los conceptos de empleo incluidos en la ley, seguramente el cooperativismo seguirá contribuyendo al desarrollo de la economía popular venezolana.

Sin duda alguna el gobierno del Presidente Chávez ha hecho hincapié en promover el cooperativismo, comenzando con la promulgación del la Ley de Cooperativas, su reglamento, y habiéndole hecho seguimiento con constantes inyecciones de recursos por múltiples vías, ayudando a aumentar exponencialmente el número de cooperativas registradas.

Sin embargo, difícilmente uno podría llegar a la conclusión que el incremento en el número de cooperativas registradas es la fórmula idónea para medir el éxito del nuevo cooperativismo. Se oyen denuncias sobre irregularidades en el proceso cooperativista; los sectores tradicionales al igual que los sectores oficiales han anunciado que se está abusando de la forma cooperativa para burlar los derechos laborales. Denuncian, por ejemplo, la contratación de cooperativas como fuerza laboral, dejando a los trabajadores sin seguridad social, estabilidad laboral, y excluidos del contrato colectivo respectivo. Se ha reportado, por ejemplo, que PDVSA ha contratado 283 cooperativas que cumplen funciones análogas con sus trabajadores, pero sin recibir prestaciones sociales ni ningún otro tipo de beneficio laboral. Si realmente vamos a apoyar al cooperativismo, necesitamos vigilar y sancionar a aquellos que desvirtúen el acto cooperativo.

Voceros de la Superintendencia Nacional de Cooperativas (SUNACOOP) han reconocido la existencia de serios abusos declarando que diariamente reciben más de veinte denuncias sobre irregularidades, muchas de las cuales se refieren al contratar personal y botarlo a los seis meses para no incorporarlos a la cooperativa. Aparte de las sanciones imponibles se debería idear un mecanismo que permita mayor flexibilidad para que las cooperativas puedan contratar sin tener que recurrir a estas tácticas. A manera de ejemplo, apuntamos a la Ley de Cooperativas de España que permite que un empleado de una cooperativa trabaje hasta por un 30% de las horas trabajadas por los asociados.

También luce curioso que un número creciente de importantes empresas, muchas de estas multinacionales, digan tener interés en migrar a formas cogestionarias para contribuir con la economía social. ¿Será que estas empresas ven en el cooperativismo la mejor alternativa para mejorar su competitividad en un mercado lleno de regulación nueva (LOPCYMAT, Solvencia Laboral, CADIVI, etc.)? Irónicamente pareciera que el sistema cooperativo actual le extiende la mano al empresario de capital para que pueda registrar su cooperativa gratuitamente, burle la ley laboral y goce de una exención sobre el pago del impuesto sobre la renta, entre otros beneficios. Evidentemente esto es contrario al espíritu cooperativista. La forma cooperativa simplemente no es para todo el mundo; habrá actividades que deberían funcionar bajo la forma de compañías anónimas o ahora como Empresas de Producción Social, y otras que podrán funcionar como cooperativas. Si se extienden los beneficios cooperativos a las actividades que no se prestan para ello, solo se perjudicará al Estado y al trabajador, quien seguirá siendo un súbdito disfrazado y sin gozar de derechos laborales.

Durante la última media década, ha cambiando radicalmente la percepción tradicional de cuál es la dirección que debe tomar la lucha del trabajador subordinado. Hoy, miles de cooperativitas parecen estar descubriendo la euforia que viene con sudar para algo que les pertenece y no es del patrono. Sin embargo, hay espacio para mejorar, especialmente en una economía donde hay tensión entre conceptos que son incompatibles cuando se tratan de emplear en espacios comunes. El que tiene que elegir entre ser cooperativita o ser trabajador, ve que las leyes laborales ofrecen mayores beneficiosas para el trabajador subordinado que aquellos que ofrece la actual Ley de Cooperativas.

Aunque estamos de acuerdo en que sería erróneo reformar nuestro sistema siguiendo modelos empresariales tradicionales que formalizan las estructuras jerárquicas y que contradicen la esencia revolucionaria del cooperativismo, creemos que se vuelve necesario re-dibujar el esquema cooperativista dentro de un nuevo marco conceptual-legislativo para de esta manera consolidar un sistema asociativo que mejorará las comunidades, distribuirá la riqueza, incentivará a la población y engranará en nuestra cultura los valores del trabajo. Recordemos además que el fin último de la cooperativa debería ser el dotar al individuo en su comunidad con los recursos, educación y capacidad organizativa para ejecutar su visión. Si sinceramos el espectro de actividades para las cuales se debe emplear la forma cooperativa, se mejora la función visorea y de contraloría de SUNACOOP, se sancionan a los que abusan de su forma y burlan los derechos laborales, y se reajustan los conceptos de empleo incluidos en la ley, seguramente el cooperativismo seguirá contribuyendo al desarrollo de la economía popular venezolana.

25/07/06

Thomas J. Pate Páez

thomaspp@cantv.net